Cada año, hasta 50 millones de personas en los Estados Unidos se ven afectadas por el acné, lo que lo convierte en la afección cutánea más común del país. En un nuevo estudio, los investigadores han descubierto nueva información sobre las causas del acné, lo que podría cambiar la forma en que se trata la afección.
El líder del estudio, el Dr. Huiying Li, de la Escuela de Medicina David Geffen de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), y sus colegas sugieren que el acné puede no ser causado por la presencia de una cepa específica de bacterias.
En su estudio, los investigadores descubrieron evidencia de que el equilibrio de bacterias en la piel puede desempeñar un papel clave en el desarrollo del acné.
El Dr. Li y su equipo presentaron recientemente sus hallazgos en la conferencia anual 2017 de la Microbiology Society, celebrada en el Reino Unido.
El acné es una enfermedad inflamatoria crónica de la piel caracterizada por el desarrollo de pápulas, puntos negros, puntos blancos, nódulos, quistes y otros tipos de granos.
Las áreas del cuerpo más afectadas por el acné son la cara, el cuello, el pecho, los hombros y la espalda. Esto se debe a que estas áreas tienen un gran número de glándulas sebáceas. Se trata de glándulas en los folículos de la piel que producen sebo, una sustancia grasa que lubrica el cabello y la piel.
a Veces, sin embargo, se produce demasiado sebo. Esto puede obstruir los poros, creando un ambiente deseable para que las bacterias prosperen, lo que puede provocar inflamación y desarrollo de acné.
La bacteria Propionibacterium acnes se considera un jugador clave en el desarrollo del acné. Los estudios han demostrado que P. acnes utiliza sebo como fuente de energía, y su presencia en los poros inicia una respuesta inmune que desencadena la inflamación.
Sin embargo, P. acnes es muy abundante en los poros de las personas con y sin acné, lo que indica que no es simplemente la presencia de esta bacteria la que impulsa la condición de la piel.