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El Debate en Torno al Derecho a Morir

En 2014, Brittany Maynard se convirtió en la cara del debate nacional sobre el derecho a morir. A Maynard, de 29 años, le diagnosticaron cáncer cerebral terminal y le dieron seis meses de vida. Después de evaluar sus opciones, Maynard y su familia decidieron a regañadientes mudarse del Área de la Bahía de San Francisco a Oregón, uno de los cinco estados que autorizaban el suicidio asistido por un médico en ese momento. Maynard murió el 1 de noviembre de 2014 después de tomar una dosis letal de medicamentos recetados por su médico. Maynard, ferviente defensora de los suicidios asistidos por médicos, revitalizó la discusión en todo el país e hizo que el tema fuera relevante para una generación más joven.

El tema provoca un debate riguroso y hay argumentos complejos en ambos lados de la cuestión. En juego están los dilemas legales, éticos y morales. Los defensores del suicidio asistido por un médico dicen que les da a los que sufren de enfermedades terminales el derecho a morir con dignidad. Argumentan que frente a una enfermedad terminal donde la perspectiva de un dolor insoportable, una calidad de vida disminuida, un sufrimiento inevitable y la muerte son realidades inminentes, uno debería tener el derecho de decidir cómo y cuándo morir. Los opositores dicen que es peligroso y poco ético. Argumentan que cuando la muerte inducida por un médico se convierte en un remedio aceptable para el sufrimiento, «las extensiones lógicas engrasan la pendiente resbaladiza.»Por ejemplo, un médico que se opone a la práctica citó estadísticas de Holanda, donde la práctica es legal, que afirman que más de cuarenta personas buscaron y recibieron muerte asistida por un médico por depresión y otras enfermedades mentales.

En dos casos de 1997, Vacco v. Quill y Washington v. Glucksberg, la Corte Suprema de los Estados Unidos dictaminó que el suicidio asistido por un médico no es un interés de libertad fundamental protegido por la Cláusula de Debido Proceso de la Decimocuarta Enmienda. Debido a que no se determinó que fuera un interés de libertad fundamental, la Corte dio mucha deferencia a las leyes en vigor en el momento de los fallos. En particular, Washington v. Glucksberg se ocupó de un estatuto de Washington que convirtió en un delito grave para una persona ayudar en la muerte de otra. El estado de Washington argumentó que tenía un interés legítimo en preservar vidas, prevenir suicidios, evitar la participación de terceros y el uso de influencias injustas o arbitrarias, proteger la integridad de la comunidad médica y evitar futuros movimientos hacia la eutanasia y otros abusos. El Tribunal sostuvo que la ley estaba racionalmente relacionada con esos intereses legítimos. Sin embargo, dejó la puerta abierta para que los estados permitieran los suicidios asistidos por médicos al negarse a prohibir la práctica.

Actualmente, California, Oregón, Washington y Vermont han promulgado estatutos de «Muerte con dignidad», y Montana ha hecho que la práctica sea legal a través de la jurisprudencia. Veinte estados más están considerando una legislación de «Muerte con Dignidad» esta temporada, y veinticinco estados no tienen actividad legislativa sobre el tema este año. Es evidente que todavía queda mucho por decidir en este ámbito, y es probable que sea un área activa del derecho durante muchos años.

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