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[Historia del cabello] La historia del champú

Una parte esencial de su régimen capilar, el champú para el cabello ha sido importante durante siglos. Desde las primeras versiones hasta las fórmulas de hoy, descubrimos cómo evolucionó a lo largo de los siglos.

Fórmulas naturales durante la Antigüedad

Ya en este período, la vitalidad del cabello (un símbolo de belleza y sensualidad) era una de nuestras principales preocupaciones. Mientras se desarrollaban los tratamientos capilares, este período en particular marcó el inicio de las rutinas de limpieza capilar. Arcilla, plantas, henna, grasas animales… Cada civilización tenía su propia técnica. Los egipcios alternaban entre vinagre y limón mezclado en agua. Los indios optaron por las nueces de jabón y las mezclas de plantas, entre otras cosas, mientras que en el norte de África, la arcilla jabonosa se combinó con frutas secas. En Europa, se usaban plantas en polvo: ¡la primera versión de champú seco!

Huevos y alcohol durante la Edad Media

Aunque las pelucas estaban de moda durante la Edad Media , la tendencia era tener cabello largo. Los que escaparon de que les afeitaran la cabeza (debido a piojos) tuvieron la opción de lavarse el cabello (una mezcla de ceniza, claras de huevo y jabón). El régimen de belleza de la época? Usar huevos batidos en ron o brandy: una fórmula que a la emperatriz Sissi le gustaba usar para realzar sus mechones XXL (¡su cabello le llegaba hasta los tobillos!). Usar huevos es un buen consejo para recordar si te encuentras sin champú (si tienes el cabello seco, solo usa la yema de huevo).

Los primeros signos de jabón aparecieron en el siglo XVIII

Tuvimos que esperar hasta mediados del siglo XVIII para una notable revolución del cabello. En Brighton, Inglaterra, un indio, Sake Dean Mahomed, abrió baños dedicados al champú. Todos iban allí a lavarse el cabello y a masajearse el cabello con aceite vegetal. A finales del siglo XVIII, el champú llegó a Europa. Se limitaba a una mezcla de virutas de jabón derretido y decocciones de plantas. Un paso inicial, pero la fórmula tenía sus limitaciones: secaba el cabello y lo hacía pegajoso. A partir de 1930, apareció el champú espumoso. Al mismo tiempo, las campañas publicitarias promovieron los productos, incluso con un uso diario recomendado (¡saluda a la limpieza!).

Desde entonces, se han desarrollado una variedad de gamas: los champús hidratan, reparan, realzan el brillo del cabello y protegen su color.

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