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La Conexión Intestino-Cerebro: Cómo Funciona y El Papel de la Nutrición

¿Cómo se Conectan el Intestino y el Cerebro?

El eje intestino-cerebro es un término para la red de comunicación que conecta el intestino y el cerebro (1, 2, 3).

Estos dos órganos están conectados física y bioquímicamente de diferentes maneras.

El Nervio Vago y el Sistema Nervioso

Las neuronas son células que se encuentran en el cerebro y en el sistema nervioso central y le dicen al cuerpo cómo comportarse. Hay aproximadamente 100 mil millones de neuronas en el cerebro humano (4).

Curiosamente, el intestino contiene 500 millones de neuronas, que están conectadas al cerebro a través de nervios en el sistema nervioso (5).

El nervio vago es uno de los nervios más grandes que conectan el intestino y el cerebro. Envía señales en ambas direcciones (6, 7).

Por ejemplo, en estudios con animales, el estrés inhibe las señales enviadas a través del nervio vago y también causa problemas gastrointestinales (8).

De manera similar, un estudio en humanos encontró que las personas con síndrome de intestino irritable (SII) o enfermedad de Crohn tenían un tono vagal reducido, lo que indica una función reducida del nervio vago (9).

Un interesante estudio en ratones descubrió que alimentarlos con un probiótico reducía la cantidad de hormona del estrés en su sangre. Sin embargo, cuando se cortó el nervio vago, el probiótico no tuvo efecto (10).

Esto sugiere que el nervio vago es importante en el eje intestino-cerebro y su papel en el estrés.

Neurotransmisores

El intestino y el cerebro también están conectados a través de sustancias químicas llamadas neurotransmisores.

Los neurotransmisores producidos en el cerebro controlan los sentimientos y las emociones.

Por ejemplo, el neurotransmisor serotonina contribuye a la sensación de felicidad y también ayuda a controlar el reloj corporal (11).

Curiosamente, muchos de estos neurotransmisores también son producidos por las células intestinales y los billones de microbios que viven allí. Una gran proporción de serotonina se produce en el intestino (12).

Los microbios intestinales también producen un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA), que ayuda a controlar los sentimientos de miedo y ansiedad (13).

Los estudios en ratones de laboratorio han demostrado que ciertos probióticos pueden aumentar la producción de GABA y reducir el comportamiento similar a la ansiedad y la depresión (14).

Los microbios intestinales producen Otras Sustancias Químicas Que Afectan al Cerebro

Los billones de microbios que viven en el intestino también producen otras sustancias químicas que afectan el funcionamiento del cerebro (15).

Los microbios intestinales producen una gran cantidad de ácidos grasos de cadena corta (AGCS), como butirato, propionato y acetato (16).

Hacen SCFA al digerir fibra. El SCFA afecta la función cerebral de varias maneras, como reducir el apetito.

Un estudio encontró que el consumo de propionato puede reducir la ingesta de alimentos y reducir la actividad en el cerebro relacionada con la recompensa de los alimentos de alta energía (17).

Otro AGCS, el butirato, y los microbios que lo producen también son importantes para formar la barrera entre el cerebro y la sangre, que se denomina barrera hematoencefálica (18).

Los microbios intestinales también metabolizan los ácidos biliares y los aminoácidos para producir otras sustancias químicas que afectan al cerebro (15).

Los ácidos biliares son sustancias químicas producidas por el hígado que normalmente participan en la absorción de grasas dietéticas. Sin embargo, también pueden afectar el cerebro.

Dos estudios en ratones encontraron que el estrés y los trastornos sociales reducen la producción de ácidos biliares por parte de las bacterias intestinales y alteran los genes involucrados en su producción (19, 20).

Los microbios intestinales afectan la inflamación

El eje intestino-cerebro también está conectado a través del sistema inmunitario.

El intestino y los microbios intestinales desempeñan un papel importante en el sistema inmunitario y la inflamación al controlar lo que pasa al cuerpo y lo que se excreta (21).

Si su sistema inmunitario está encendido durante demasiado tiempo, puede provocar inflamación, que está asociada con una serie de trastornos cerebrales como la depresión y la enfermedad de Alzheimer (22).

El lipopolisacárido (LPS) es una toxina inflamatoria producida por ciertas bacterias. Puede causar inflamación si gran parte de ella pasa del intestino a la sangre.

Esto puede ocurrir cuando la barrera intestinal se vuelve permeable, lo que permite que las bacterias y los LPS pasen a la sangre.

La inflamación y los LPS altos en la sangre se han asociado con una serie de trastornos cerebrales, incluyendo depresión severa, demencia y esquizofrenia (23)

Resumen

Su intestino y cerebro están conectados físicamente a través de millones de nervios, lo más importante el nervio vago. El intestino y sus microbios también controlan la inflamación y fabrican muchos compuestos diferentes que pueden afectar la salud del cerebro.

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