En promedio, los niños estadounidenses pasan de cuatro a siete minutos al día en juegos al aire libre no estructurados en comparación con siete o más horas frente a una pantalla. Aquí hay cinco buenas razones por las que es tan importante que los padres incorporen a sus hijos a jugar al aire libre.
Construya niños físicamente más saludables.
En ningún lugar es mejor que en el exterior para correr, saltar, lanzar pelotas, atrapar, tirar de cosas, levantar y transportar objetos. Todas estas acciones requieren habilidades motoras que mejoran con la práctica. Los niños que juegan al aire libre hacen ejercicio aeróbico y adquieren habilidades, como empujar y tirar del equipo de juego al aire libre. Los estudios muestran que los niños queman más calorías al aire libre, lo que ayuda a prevenir la obesidad y a fortalecer los huesos y los músculos. Jugar al sol genera vitamina D en el cuerpo, lo que significa huesos más fuertes y menos probabilidades de padecer enfermedades crónicas. Según la Academia Americana de Pediatría, muchos niños tienen deficiencias de vitamina D.
Contribuir al desarrollo cognitivo y social / emocional.
El juego al aire libre no estructurado ayuda a los niños a aprender a turnarse, compartir y desarrollar otras habilidades conductuales positivas. Es más probable que sean inventivos, exploren y aprendan sobre el mundo que los rodea y usen sus propias habilidades. Mientras inventan y juegan con hermanos o amigos, estas interacciones ayudan a mejorar la comunicación, la cooperación y las habilidades organizativas. Además, el aire fresco y el juego libre reducen los niveles de estrés.
Mejorar las habilidades sensoriales.
Un estudio de optometría y ciencias de la visión mostró que los niños que juegan al aire libre regularmente tienen mejor visión a distancia que los niños que siempre están en interiores. Los niños preescolares, en particular, aprenden cosas nuevas a través de sus sentidos. Piense en el deleite de un niño pequeño al ver nuevos animales( vista), detenerse en un lecho de flores fragantes (olfato y tacto), ver cómo el agua forma charcos para pisotear (oído y tacto) o comer una baya aprobada por los padres de un arbusto (sabor). Por otro lado, los niños pegados a la televisión y a los aparatos electrónicos solo utilizan dos sentidos (oído y vista). Esto puede afectar negativamente el desarrollo de las habilidades perceptivas.
Aumente la capacidad de atención.
Los niños que juegan al aire libre regularmente son más curiosos, autodirigidos y es probable que se queden con una tarea más tiempo. Los niños que pasan la mayor parte de su tiempo en interiores con poca exposición a actividades que requieren su propia iniciación y seguimiento muestran menos capacidad para iniciar o participar en actividades nuevas. De hecho, estudios de niños diagnosticados con trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH) encontraron que los niños con TDAH que pasaron un tiempo significativo al aire libre exhibieron menos síntomas.
Crecer en felicidad e inmunidad.
La luz exterior estimula la glándula pineal. Esta parte del cerebro es vital para mantener fuerte nuestro sistema inmunológico y hacernos sentir más felices. Pasar tiempo en la naturaleza también se asocia con mejorar el estado de ánimo y la felicidad. Una ventaja adicional es que los niños que se identifican con la naturaleza tienen más probabilidades de convertirse en adultos que aprecian la naturaleza y desean proteger el medio ambiente.
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