La revelación es cómo Dios, el Creador de todas las cosas, se da a conocer a nosotros, sus criaturas. Sin que Dios nos hable-en la naturaleza y en la Biblia—no tendríamos forma de saber que él existe, quién es, qué ha hecho para salvarnos en Jesucristo, o cómo debemos vivir y adorarlo. Los teólogos distinguen entre dos tipos de revelación: la revelación general y la revelación especial.
La revelación general es que Dios nos muestra lo que es verdadero de sí mismo a través de las cosas que él ha hecho (naturaleza/creación). Salmo 19: 1-6 y Romanos 1:19-21 describe esto, y Romanos 2 nos dice que la ley de Dios está inscrita en el corazón humano. La revelación general nos dice lo suficiente acerca de Dios para condenarnos, pero no lo suficiente para salvarnos.
Se necesita una revelación especial para un conocimiento salvador de Dios. En una revelación especial, Dios nos muestra lo que es verdadero de sí mismo en su plan de redención a través de su único hijo, Jesucristo. Este plan y la persona y obra de Jesús no se encuentran en ninguna parte de la naturaleza, sino solo en la Biblia.
Solo en la Biblia podemos aprender cómo somos salvos – ¡y quién puede salvarnos! La Biblia no aborda todas las áreas de la vida ni responde a todas las preguntas que tenemos acerca de Dios. Se limita intencionalmente a revelar el plan de redención de Dios. Necesitamos revelación general y especial para la vida; sin embargo, no podemos prescindir de esta última para la vida eterna.