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[¿Qué pueden hacer los psiquiatras por los pacientes que quieren morir?]

El deseo de suicidarse surge con frecuencia en pacientes con enfermedades mentales, pero cómo presentar un argumento persuasivo para disuadir a estos pacientes de suicidarse sigue siendo un desafío difícil. Esta cuestión se examina más adelante, al tiempo que se hace referencia al caso Chabot, muy publicitado, en el que un psiquiatra ayudó a suicidarse a un paciente que estaba deprimido por la pérdida de dos hijos en circunstancias desafortunadas. La eutanasia, o suicidio asistido, ha sido generalmente criticada por las siguientes razones: 1) Es imposible determinar si el libre albedrío del paciente, considerado como la base fundamental para la autodeterminación, estaba intacto en el momento de realizar el procedimiento. 2) Si la práctica se generaliza, existe el potencial de que los pacientes vulnerables reciban atención médica superficial; 3) Con frecuencia, el deseo de morir es transitorio y ambivalente; 4) Las ramificaciones asociadas con la muerte se extienden más allá del individuo y pueden ser particularmente agudas con la familia. Cada uno de estos argumentos se puede utilizar como un contraargumento lógico al suicidio y, en la medida en que se basan en el hecho de que la muerte es irreversible, son efectivos. Sin embargo, aunque en general nos oponemos a la eutanasia y al suicidio asistido, creemos que estos argumentos no son adecuados para convencer a pacientes individuales de no suicidarse. Una visión general de las discusiones sobre el caso Chabot se considera útil para reflexionar sobre las formas de prevenir el suicidio, incluidas las relaciones psicoterapéuticas. La cuestión de cómo responder a los pacientes con alto riesgo de suicidio en Japón también se considera en base a estas discusiones. Al carecer de criterios suficientes para determinar la competencia de un paciente que quiere morir, la posición de que el tratamiento médico se puede proporcionar simultáneamente mientras se evalúa la competencia del paciente se considera carente de sentido. Además, existe el peligro de que promover fuertemente el tratamiento de la depresión en pacientes con alto riesgo de suicidio niegue al paciente su libre albedrío al invitar a una medicalización excesiva e invadir la «libertad de morir» del paciente.»Creemos que el único camino que uno puede tomar es acercarse al dolor y la angustia del paciente, mientras confronta directamente el dilema del derecho del paciente a morir frente a ayudar al paciente a vivir.

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