Consumir todo tipo de frutas y verduras puede reducir el riesgo de varios problemas de salud. Las peras no son una excepción.
Proporcionan una cantidad significativa de fibra y otros nutrientes esenciales, y pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedades cardíacas, diabetes y ciertas afecciones intestinales.
En las secciones siguientes, analizamos los beneficios específicos para la salud que pueden proporcionar las peras.
Suministro de fibra
La Oficina de Prevención de Enfermedades y Promoción de la Salud ha desarrollado una guía de Ingesta Adecuada (IA) para fibra.
Recomiendan que los hombres menores de 50 años consuman de 30,8 a 33,6 gramos (g) por día, dependiendo de la edad. Para las mujeres menores de 50 años, la ingesta recomendada es de 25,2 a 28 g por día, dependiendo de la edad.
Para adultos mayores de 50 años, la recomendación es de 28 g por día para hombres y 22,4 g por día para mujeres.
Aumentar la ingesta de frutas y verduras es una forma bastante fácil de aumentar la ingesta de fibra. Por ejemplo, solo una pera de tamaño mediano proporciona 6 g de fibra, que es aproximadamente el 24% de la IA diaria para las mujeres menores de 50 años.
Las peras contienen una fibra soluble llamada pectina, que nutre las bacterias intestinales y mejora la salud intestinal.
De hecho, el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos (USDA, por sus siglas en inglés) sugiere que una ingesta suficiente de fibra promueve la función intestinal saludable y puede aumentar la sensación de saciedad después de una comida. También puede reducir el riesgo de enfermedad cardíaca de una persona y reducir sus niveles de colesterol total.
Una mayor saciedad después de las comidas puede ayudar a perder peso, ya que una persona sentirá menos ganas de comer entre comidas. De hecho, un estudio de 2015 asoció el aumento de la ingesta de fibra con una mayor pérdida de peso para las personas con obesidad.
Además, una revisión de 2013 de estudios en humanos encontró que la fibra dietética puede desempeñar un papel en la regulación del sistema inmunitario y la inflamación. También podría disminuir el riesgo de afecciones relacionadas con la inflamación, como enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y obesidad.
Tratamiento de la diverticulosis
La diverticulitis se produce cuando sacos abultados en el revestimiento del intestino grueso, llamados diverticulosis, desarrollan infección e inflamación.
Un estudio prospectivo de 2014 de 690 075 mujeres en el Reino Unido sugirió que la ingesta de fibra puede reducir el riesgo de diverticulosis. Sin embargo, los autores del estudio aclaran que las diferentes fuentes de fibra tuvieron diferentes efectos en el riesgo de diverticulosis.
Sin embargo, un estudio anterior de 2012 encontró que la ingesta de fibra no tenía efecto contra la diverticulosis existente que no causaba síntomas.
Tampoco está claro a través de qué mecanismo la fibra reduce el riesgo de diverticulosis. Es necesario realizar más investigaciones en este ámbito.
Reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular
Un estudio de 2019 en peras sugirió que las personas con síndrome metabólico que comieron dos peras al día durante 12 semanas vieron una disminución modesta en la presión arterial sistólica y la presión del pulso. La presión arterial alta es un factor de riesgo de enfermedad cardiovascular.
Fomentar la desintoxicación
Las deposiciones regulares y adecuadas son cruciales para la excreción diaria de toxinas en la bilis y las heces.
Las peras tienen un alto contenido de agua. Esto ayuda a mantener las heces blandas y limpia el sistema digestivo de toxinas.
Una revisión sistemática de 2015 de los beneficios para la salud de las peras sugirió que su efecto laxante proviene de su alto contenido de fibra y fructosa. La fructosa es un azúcar natural que se encuentra en la mayoría de las frutas.
Lucha contra los radicales libres
Las peras contienen altos niveles de antioxidantes, como vitamina C, vitamina K y cobre. Estos químicos contrarrestan los efectos de los radicales libres, protegiendo a las células del daño que pueden causar.
Los radicales libres se desarrollan cuando el cuerpo convierte los alimentos en energía y pueden contribuir al crecimiento del cáncer.