La energía en forma de ondas de luz viaja dentro y más allá del sistema solar y hace posible la vida en la Tierra. Las ondas de luz se producen a lo largo de un espectro electromagnético de acuerdo con sus longitudes de onda y energía. El ojo humano solo puede ver ondas de luz visibles. La luz infrarroja tiene longitudes de onda más largas y menor energía que la luz visible y no se puede ver con el ojo humano. Sin embargo, los mosquitos, murciélagos vampiros, chinches de cama y algunas especies de serpientes y escarabajos pueden usar porciones del espectro infrarrojo para la visión. A veces, los seres humanos pueden «ver» la energía infrarroja en forma de calor. Sentarse cerca de una fogata es un ejemplo de experimentar la luz visible como color y la luz infrarroja como calor.
La mayoría de las formas de energía infrarroja se pueden ver y medir solo con el uso de equipos especializados, como cámaras y telescopios infrarrojos o gafas de visión nocturna. Estas tecnologías utilizan ondas infrarrojas para medir el calor liberado, o irradiado, por un objeto. A medida que aumenta la temperatura de un objeto, aumenta el movimiento de sus átomos y el objeto irradia más energía infrarroja. La energía infrarroja irradiada por el objeto puede detectarse y luego convertirse en una señal electrónica utilizada para producir una imagen visual o térmica.
Los científicos utilizan tecnologías de imágenes infrarrojas en una amplia gama de aplicaciones. Por nombrar solo algunos: los satélites de observación de la Tierra estudian los cambios en las temperaturas de la superficie terrestre y marina, las cámaras de visión nocturna monitorean el comportamiento nocturno de los animales, los telescopios detectan objetos más fríos y distantes en el universo, y los satélites monitorean la ubicación y la intensidad de los flujos de lava y los incendios forestales.